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la catedral
La catedral de Santiago de Compostela atrae anualmente a millones de personas de todo el mundo. Es, sin duda, uno de los puntos turísticos más relevantes de Europa.
Historia
Interior
Altar
pórtico
botafumeiro
Catedral de Santiago de Compostela
Una historia milenaria
La Catedral de Santiago de Compostela tiene su origen en un pequeño mausoleo romano del siglo I. En este mausoleo se sepultaron los restos del Apóstol Santiago después de su decapitación en Palestina en el año 44 d.C. y su posterior traslado por mar hasta las costas del finis terrae, cerca de la ciudad de Santiago de Compostela.
Durante muchos siglos, una pequeña comunidad cristiana local visitaba asiduamente la cámara subterránea y la necrópolis que la rodeaba. Sin embargo, se sabe muy poco acerca de esta comunidad, la cual probablemente fue diezmada en el siglo VIII.
En el año 813, se produjo el descubrimiento milagroso de las reliquias del Apóstol. Un ermitaño encontró las reliquias bajo la maleza del Monte Libredón, después de ver signos celestiales en ese lugar. El obispo de Iria Flavia fue informado del hallazgo y el rey astur Alfonso II ordenó la construcción de una capilla de piedra y barro junto al antiguo mausoleo. En el año 834, esta capilla recibió un Preceptum regio que la convirtió en sede episcopal y le otorgó poder sobre los territorios cercanos. A medida que se extendía la devoción por Santiago, los primeros pobladores y grupos monacales de benedictinos se establecieron alrededor de la capilla, sentando las bases de lo que se convertiría en la futura ciudad de Santiago de Compostela.
La primera capilla pronto se quedó pequeña para albergar a los fieles, por lo que entre los años 872 y 899, el rey Alfonso III El Grande mandó construir un templo de mayor tamaño. Sin embargo, este segundo templo fue destruido en el año 997 por un ataque del caudillo musulmán Almanzor. El obispo San Pedro de Mezonzo se encargó de su reconstrucción en el año 1003, en un estilo prerrománico. Este tercer templo aún se mantenía en pie cuando el auge de las peregrinaciones y las riquezas generadas por la devoción a Santiago permitieron comenzar la construcción de la catedral románica actual en el año 1075. Esta catedral, que es el cuarto edificio sagrado construido sobre el antiguo sepulcro del Apóstol, ha llegado hasta nuestros días.
El rey leonés Alfonso VI y el primer arzobispo de la ciudad, Diego Gelmírez, desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la catedral, la vida urbana y las peregrinaciones. Durante el siglo XII, considerado como el de mayor esplendor en la historia de Santiago de Compostela, se diseñó una gran catedral de peregrinación siguiendo el estilo románico que se extendía a lo largo del Camino de Santiago. Los mejores constructores del románico trabajaron en la catedral, y destacó especialmente la labor del Maestro Mateo, autor de los últimos tramos de las naves, las torres defensivas del oeste, la cripta y, sobre todo, el Pórtico de la Gloria, un conjunto escultórico sin igual en Europa que hasta el día de hoy preside la entrada oeste de la catedral.
En el año 1211, la Catedral de Santiago de Compostela fue consagrada y ya gozaba de privilegios especiales. El Papa Alejandro III otorgó en 1181 la absolución plenaria a todos los que visitaran la catedral durante un Año Santo Jubilar, así como un valioso documento que acreditaba haber recorrido el Camino de Santiago y aseguraba el derecho de asilo en la ciudad. Esto convirtió a la catedral en un destino de salvación y generó una gran influencia en la construcción de caminos, hospitales, albergues, mercados y poblados a lo largo de las rutas que los peregrinos recorrían para llegar a Santiago.
A lo largo del tiempo, se añadieron elementos góticos, renacentistas y barrocos a la estructura original románica de la catedral. A medida que el arzobispado y los mecenas proporcionaban fondos, se construyeron más capillas para el culto y se realizaron reformas internas, añadiendo retablos, púlpitos y esculturas. Durante el siglo XIV, la catedral adquirió características de fortaleza, con la incorporación de torres defensivas como la actual Torre del Reloj. Con el Renacimiento, impulsado por el arzobispo Alfonso III de Fonseca, se construyó el claustro definitivo, que reemplazó al claustro románico y modificó toda el ala sur y sureste del templo. Fue una época de reformas internas y agregado de retablos, púlpitos y esculturas, todo ello en honor al Apóstol.
La mayor transformación estética de la catedral se produjo durante el periodo del Barroco, a partir de 1660. En ese momento, se remodeló el altar mayor y la cúpula, se diseñaron los órganos, se trazó el lienzo de la Puerta Santa, se embelleció la Torre del Reloj y se alcanzó la cúspide del barroco con la finalización, en 1750, de la fachada del Obradoiro, la imagen más icónica de la catedral.
Los maestros barrocos de la catedral, como Vega y Verdugo, Domingo de Andrade, y Fernando de Casas Novoa, también fueron responsables del diseño de las plazas monumentales que rodean la catedral y muchos otros edificios adyacentes. El Barroco no solo dejó su huella en la catedral, sino que también se extendió a las plazas, monasterios y casas nobles, convirtiendo a Compostela en una ciudad imaginativa, escenográfica y dramática que hoy es reconocida como «la ciudad barroca por excelencia de España».
Después de dos mil años de historia como centro espiritual y casi mil años desde la construcción de su edificio actual, la Catedral de Santiago de Compostela se presenta como un conjunto heterogéneo de espacios y elementos estéticos que cuentan la extraordinaria historia de la ciudad. A lo largo de su existencia, la catedral ha sido testigo de una amplia variedad de eventos sagrados y mundanos, desde la coronación de los reyes de Galicia en la Edad Media hasta el acuartelamiento de soldados franceses durante la Guerra de Independencia. Ha sido escenario de concordias y discordias, exaltaciones y linchamientos, conspiraciones políticas y esplendor religioso, ataques incendiarios y costosas campañas de embellecimiento, pompa y beneficencia, donaciones y expolios, cobros de prebendas y patrocinios, solemnes ofrendas y, sobre todo, incesantes peregrinaciones hacia la tumba del Apóstol.
Interior de la catedral
La Catedral de Santiago de Compostela es un impresionante templo románico con planta de cruz latina con tres naves y un transepto amplio. La nave principal mide alrededor de 94 metros de largo, mientras que el transepto tiene unos 63 metros de largo, lo que lo convierte en el mayor templo románico del país. La altura de las naves varía entre 20 y 32 metros.
El interior de la catedral está cubierto por una bóveda de cañón en la nave central y bóvedas de arista en las laterales. Los arcos de medio punto y el triforio le dan a las naves una apariencia elegante y luminosa. La fachada principal cuenta con una gran ventana de vidrieras que aporta una abundante luz al interior.
En el pasado, el centro de la nave principal albergaba un majestuoso coro de piedra del Maestro Mateo, pero fue reemplazado por un coro de madera renacentista en el siglo XVII y posteriormente desmontado. Esto permitió tener una mejor vista del altar.
La cabecera de la catedral cuenta con un deambulatorio que rodea el altar mayor. Esto facilita el acceso a las capillas radiales y al mausoleo subterráneo que alberga reliquias.
A lo largo de los siglos, muchas capillas se unieron o se reformaron en la catedral, llegando a tener 16 capillas en la actualidad. Además, hay una cripta apostólica, una cripta en el Pórtico de la Gloria y una parroquia independiente llamada la Corticela.
En las capillas, los peregrinos encontraban a los santos de su devoción. Algunas de ellas presentan una combinación de estilos arquitectónicos, como el románico, gótico, renacentista, barroco y neoclásico.
En el deambulatorio, destacan las capillas de San Bartolomé, San Juan, Santa María la Blanca, el Salvador, la Azucena, Mondragón y el Pilar, todas ellas con características arquitectónicas y artísticas únicas.
En el crucero de la catedral, se encuentran el sepulcro del obispo Teodomiro, la pila bautismal, el Tímpano de Clavijo y varias capillas, como la de la Concepción, el Espíritu Santo, San Andrés, San Nicolás y San Antonio. También está la capilla de Santa Catalina, la más antigua de todas, que era un oratorio benedictino y hoy es un escenario para bodas.
La Catedral de Santiago de Compostela es un magnífico ejemplo del estilo románico en España. Su interior cuenta con una impresionante estructura de naves y capillas que albergan obras de arte y reliquias. Es un lugar sagrado y de gran importancia para los peregrinos que recorren el Camino de Santiago.
altar mayor
El altar mayor de la Catedral de Santiago es una muestra impresionante de la arquitectura barroca en contraste con el estilo románico del templo. Para embellecer el antiguo altar del siglo XII, se añadieron 36 columnas doradas con adornos de hojas de vid. Posteriormente, se reemplazó el altar románico por uno barroco de plata, en el que se destaca la figura de Santiago vestido como peregrino. Encima del altar se encuentra un impresionante dosel sostenido por ángeles, con la imagen ecuestre del Apóstol y el escudo de España.
La belleza del altar mayor se incrementó con la adición de rejas, la policromía de las bóvedas y el suelo de mármol. El trabajo del artista Peña de Toro fue complementado por el maestro Domingo Andrade, quien utilizó maderas doradas, mármoles, jaspes y plata. Los órganos del siglo XVIII, decorados por Miguel de Romay, también contribuyeron al esplendor del lugar. Desde la cúpula octogonal se pueden ver las cuerdas y poleas del famoso Botafumeiro, un enorme incensario que se emplea durante las ceremonias religiosas.
En el altar mayor se celebra la Misa del Peregrino todos los días a las 12 y a las 19:30, así como otros rituales importantes para los fieles. Los visitantes suelen subir las escaleras al camarín, donde pueden abrazar a la figura de Santiago sedente con su capa de peregrino, una escultura románica del siglo XIII, y admirar la vista de la nave principal.
Después, es tradición bajar del camarín y visitar las reliquias del Apóstol Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro en el pequeño mausoleo subterráneo. Esta área de culto, la más antigua de la catedral, corresponde al antiguo panteón romano original, que había sido cerrado en el siglo XII por el arzobispo Gelmírez. Curiosamente, hasta el siglo XIX los fieles no tenían acceso a las reliquias, ya que habían estado «desaparecidas» desde el siglo XVI. En 1589, las reliquias fueron ocultadas para evitar que fueran robadas por el pirata sir Francis Drake y llevadas a Inglaterra, aunque finalmente nunca llegó a Compostela. En 1879, durante excavaciones arqueológicas en la catedral, las osamentas fueron redescubiertas detrás del altar. Después de recibir la certificación papal de su autenticidad, las reliquias del Apóstol se colocaron en una urna de plata cincelada del siglo XIX y el sepulcro adquirió su aspecto actual.
Pórtico de la gloria
La entrada oeste de la Catedral de Santiago se completó en 1188 con una obra maestra de la escultura románica: el Pórtico de la Gloria. Este impresionante conjunto de tres arcos, esculpido por el Maestro Mateo en tan solo 20 años, le da al atrio del templo un poderoso simbolismo que se relaciona con el pecado original, la redención y el juicio final. Más de 200 figuras de granito, extremadamente vívidas y expresivas para su época, interactúan como en un cuadro animado para transmitir un mensaje teológico centrado en la salvación del ser humano.
Además, el Pórtico debe entenderse como un conjunto simbólico de la Jerusalén Celestial, compuesto por la cripta inferior, el propio pórtico de tres arcos y la galería de la tribuna en la parte superior del templo, que equivalen a la Tierra, el Juicio Final y la Gloria.
El arco central del Pórtico muestra la visión apocalíptica de la Jerusalén Celestial: Cristo resucitado rodeado por los cuatro Evangelistas y sus símbolos. Lucas está representado con un toro, Juan con un águila, Marcos con un león y Mateo aparece con su caja de recaudador de impuestos. Entre ellos se encuentran los justos y debajo hay un cortejo de ángeles que llevan los instrumentos de la Pasión, como la columna, la cruz, la corona de espinas y la lanza. En la arquivolta sobre este conjunto, los 24 ancianos del Apocalipsis conversan entre sí mientras afinan los instrumentos con los que entonarán el canto de la Gloria.
El parteluz central, tallado con el Árbol de Jesé o genealogía de Cristo, muestra las marcas de las manos de los peregrinos a media altura. Santiago Apóstol, el patrón de la Catedral, preside esta columna central de mármol. Detrás de ella se encuentra la figura del Maestro Mateo arrodillado, mirando devotamente hacia el altar. Junto a él está enterrado el arzobispo Pedro Muñiz, quien consagró la Catedral en 1211.
La mitad izquierda del Pórtico está dedicada al Antiguo Testamento o al pueblo judío, mientras que la mitad derecha representa el Nuevo Testamento y a los gentiles. En el arco lateral izquierdo se encuentran las figuras de los profetas, como Moisés, Isaías, Daniel y Jeremías. La sonrisa de Daniel es especialmente destacada y notable por su naturalidad, considerada como uno de los primeros indicios del gótico en Compostela. Algunos estudiosos piensan que el Pórtico es la representación en piedra de un drama litúrgico medieval llamado «Ordo Prophetarum», y que la sonrisa de Daniel es un guiño hacia la figura de la hermosa Esther, acompañada de otras figuras del Antiguo Testamento.
El arco lateral derecho está dedicado al Juicio Final y muestra las figuras de los apóstoles Pedro, Pablo, Santiago y Juan. También se destacan las representaciones gráficas de los tormentos sufridos por los condenados en el Infierno en las arquivoltas. Frente a esta escena, cerca de las puertas del Obradoiro, se encuentran personajes del Nuevo Testamento como San Judas Tadeo, San Juan Bautista, San Bartolomé y Santo Tomás. Se dice que están conversando, y se interpreta que San Juan Bautista les está reprendiendo y rogando silencio en el templo.
Botafumeiro
El Botafumeiro es un enorme incensario que ha sido utilizado desde la Edad Media como un instrumento de purificación en la catedral de Santiago de Compostela, donde las multitudes se congregaban. Incluso hoy, después de 800 años, sigue maravillando a los presentes cuando, después de la Comunión, se escucha el Himno del Apóstol en los órganos barrocos y este prodigio de la física comienza su sorprendente recorrido pendular frente al altar mayor, elevándose casi hasta rozar la bóveda del transepto.
Para ponerlo en movimiento, se requieren ocho hombres llamados ‘tiraboleiros’. Ellos lo traen desde la Biblioteca, cargado de incienso y carbón. Luego, lo atan a la cuerda que cuelga frente al altar mayor con tres nudos gruesos, y lo impulsan tirando con fuerza y precisión cuando está en el punto más bajo de su recorrido. De esta manera, el Botafumeiro alcanza una velocidad de 68 kilómetros por hora en solo minuto y medio, y llega a formar un ángulo de 82 grados respecto a la vertical, describiendo un arco de 65 metros de amplitud a lo largo del transepto. En total, realiza 17 ciclos de oscilación, dejando en los espectadores un recuerdo que perdura toda la vida.
El Botafumeiro ya aparece mencionado en el Códice Calixtino, donde se le llama Turibulum Magnum, lo que indica que el ritual data, al menos, del siglo XII. En aquel entonces, estaba colgado de vigas de madera cruzadas en el cimborrio. El mecanismo actual, basado en el movimiento de poleas y en la ley del péndulo, fue diseñado durante el Renacimiento por el maestro Celma.
En el siglo XV, el rey Luis XI de Francia costeó la fabricación de un incensario de plata, pero en 1809 fue sustraído por las tropas napoleónicas acampadas en el claustro de la Catedral. Actualmente, existen dos incensarios que se guardan en la Biblioteca Capitular: el más antiguo data de 1851 y fue creado por el orfebre José Losada. Está hecho de latón bañado en plata, mide 160 centímetros de altura y pesa alrededor de 62 kg cuando está vacío. El segundo es una réplica en plata del anterior, que fue un regalo de los Alféreces Provisionales a la Catedral en 1971.
A lo largo de su casi milenaria historia, el Botafumeiro ha protagonizado pocos accidentes. En el Día del Apóstol de 1499, mientras honraban a la princesa Catalina de Aragón, el Botafumeiro salió volando y chocó contra la puerta de Platerías. El segundo incidente tuvo lugar el 23 de mayo de 1622, cuando la cuerda se rompió y el Botafumeiro cayó al suelo. En el siglo XX, rompió las costillas y la nariz de una persona que se acercó demasiado para admirar su impresionante mecanismo.
Cubiertas de la catedral
La visita a las cubiertas de la Catedral consta de dos recorridos guiados consecutivos: el del Palacio Arzobispal de Gelmírez y el ascenso a los tejados del templo.
El acceso se realiza a través del Palacio de Gelmírez, considerado una de las principales construcciones civiles del estilo románico en España. Fue el centro del poder feudal ejercido por los pastores espirituales de Santiago y su comarca. Recibe su nombre del arzobispo que ordenó su construcción, después de que su primer palacio fuera destruido hasta en tres ocasiones en el año 1117, debido a las revueltas populares contra el poder real y religioso. El nuevo edificio, con acceso a dos plazas, se convirtió en un alojamiento para recibir con dignidad a los reyes, príncipes y magnates que visitaban Santiago.
Con añadidos góticos y renacentistas, y una fachada barroca que lo cubre, este palacio románico muestra su Sala de Armas (siglos XII-XIII), los establos y un zaguán del siglo XIII donde el arzobispo y los caballeros desmontaban. También se puede apreciar la cocina del siglo XII y, sobre todo, el gran Salón Sinodal construido en el siglo XIII para audiencias y recepciones del prelado. Destaca en este salón una asombrosa bóveda de crucería de 32 metros de longitud, cuyas ménsulas están decoradas con escenas de un animado banquete medieval.
Después de subir por las estrechas escaleras de la torre, se revelan las impresionantes cubiertas escalonadas de la Catedral, que se recorren en toda su extensión. Este cielo de piedra ofrece una oportunidad única para comprender las diferentes etapas de construcción del templo, así como para tener a mano las torres, cúpulas y pináculos, y disfrutar de perspectivas inigualables de las plazas monumentales. A una altura de casi 300 metros, 30 metros por encima de la Plaza del Obradoiro y con un campo de visión de 360 grados, la mirada se desliza por los tejados y se pierde en los montes circundantes, ofreciendo una visión inolvidable.
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