El juego de la oca y el Camino de Santiago: una guía inesperada

1 Sep 2025 | Sin categorizar

¿Y si aquellas tardes de «oca a oca y tiro porque me toca» hubieran sido, sin saberlo, un pequeño Camino de Santiago en tu propia casa? Desde hace años circula una hipótesis tan sugerente como popular: el juego de la oca sería un mapa simbólico de la ruta jacobea, diseñado por los templarios para codificar etapas, ayudas y peligros de este recorrido. ¿Qué hay de cierto? Aquí repasamos la historia documentada del juego y las claves de esta teoría tan particular.

La historia mejor documentada sitúa este juego de mesa en la Italia renacentista. Las fuentes señalan que Francesco de Médici regaló el Gioco dell’Oca al rey Felipe II entre 1574 y 1587, desde donde se popularizó en Europa. Museos como el British Museum lo consideran uno de los primeros juegos de mesa comercializados de forma masiva, con multitud de ediciones impresas entre los siglos XVII y XIX.

En paralelo, han surgido hipótesis de origen más antiguo (como el vínculo con el Disco de Festo por su espiral) y, especialmente, la teoría templaria que conecta el tablero con el Camino de Santiago.

El tablero: un camino con indicaciones para el peregrino

La lectura jacobea sugiere que el juego sería un mapa encriptado del Camino Francés, el más popular de la época, con sus 63 casillas entendidas como etapas de ida y vuelta: de la 1 a la 31, la marcha hacia Santiago; de la 32 a la 63, el regreso. La oca actuaría como señal protectora y de buen augurio, un emblema que, según los defensores de la hipótesis, aparecería en marcas de canteros y en la toponimia de la ruta (Villafranca de Montes de Oca, El Ganso, Ocón…).

La teoría afirma que cada símbolo del tablero tenía un significado que no ha llegado a nuestros días y que servía para dar indicaciones a los peregrinos de forma cifrada.

Muchos coinciden en que el primer puente de la mesa de juego representaría al Puente la Reina. La cárcel estaría vinculada al Parador de San Marcos (León), que en la antigüedad actuó como hospital de peregrinos y presidio. La posada sería un albergue u hospedería para los caminantes, y el pozo, una especie de metáfora de los malos días en ruta.

Del juego a la plaza

Si quieres ver y jugar un tablero ‘jacobeo’ a tamaño urbano, hay una parada imprescindible en el propio Camino Francés: la plaza de Santiago, en Logroño, cuyo pavimento luce un mosaico gigante del juego con motivos de la ruta, incluidos puentes emblemáticos y etapas. Se instaló en 1991 y hoy se ha convertido en un hito fotográfico y lúdico para peregrinos y visitantes.

¿Mito o realidad?

Este origen templario del juego resulta curioso, pero ¿qué tiene de verdad? El consenso histórico-editorial dice que el juego se consolida como producto impreso a partir del siglo XVI y se expande por Europa. Esa es la base documentada por museos, catálogos y estudios sobre juegos impresos.

Por otro lado, la hipótesis templaria es una relectura cultural que superpone el Camino a la mecánica del tablero y a su iconografía (puentes, posadas, pozos, laberintos…). Es una teoría divulgativa extendida en el ámbito jacobeo.

En otras palabras: no hace falta elegir. Puedes disfrutar del juego como lo que es, un clásico europeo con reglas simples, y recorrerlo con ojos de peregrino, entendiendo cada casilla como un guiño a la experiencia del Camino: la ayuda inesperada («de oca a oca»), los atajos y tropiezos (puentes, pozos), la prueba y el reinicio (muerte y retorno), y la meta como un jardín: descanso, celebración… y comienzo de otra etapa.

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