La Capilla de San Nicolás era una joya románica ubicada en el lado norte del transepto de la Catedral de Santiago. Por su cercanía a la Puerta del Paraíso, por donde ingresaban los peregrinos que completaban el camino francés, se convirtió en la parroquia de los extranjeros. Sin embargo, en el siglo XVII, fue transformada y su función cambió. Se convirtió en un espacio de paso para acceder a la parroquia da Nosa Señora a Antiga da Corticela, que se encuentra al fondo. Es a la izquierda de este espacio que encontramos a la Capilla de Santo André.
Fue fundada en el año 1674 por el arzobispo Andrés Girón, que se la dedicó al culto parroquial de San Andrés, quien ya tenía otra capilla románica en el brazo sur del transepto, donde hoy se sitúa la Capilla del Pilar.
Inicialmente, desde el 1674 hasta el 1679, esta edificación cumplió la función de cuerpo de guardia debido a su ubicación estratégica y su comunicación con la puerta de la catedral más transitada por extranjeros. Al mismo tiempo, conectaba con el interior de la basílica y tenía una salida a la plaza de la Inmaculada a través de una sencilla puerta.
Más adelante, en 1695, la capilla se convirtió en parroquia. En 1698, los feligreses Benito de Castro y su esposa donaron un retablo firmado por Andrés García, dedicado a San José y actualmente ubicado en el lado de la Epístola.
El retablo mayor, trazado por Fernández Espantoso en 1707, también merece atención. Al igual que en el caso anterior, muestra la influencia de Domingo de Andrade en sus formas y diseños. El tercer retablo, dedicado a la Virgen de Covadonga, fue trasladado a la iglesia de la Peregrina, en las afueras de Santiago.
Para acceder a la Capilla de Santo André desde la catedral, es necesario atravesar una verja de autor desconocido, pero que, por sus herrajes similares a los de otras edificaciones cercanas, se atribuye a los trabajos realizados por los Lorenzo a principios del siglo XVIII.
En el interior, a la derecha, se encuentran dos sepulcros superpuestos con estatuas yacentes, esculpidas por Juan Bautista Celma. Estos sepulcros pertenecen al canónigo Pedro García y al Cardenal Juan Martínez Ternero.
La Capilla de San Andrés es un testimonio impresionante del arte y la arquitectura barroca en la Catedral de Santiago. Su rica historia y elementos artísticos la convierten en una parada obligatoria para los visitantes y peregrinos que recorren esta ciudad llena de tradición y cultura.